martes, 11 de marzo de 2014

Madurez en la vida ordinaria



Los valores que destacan en Harry Potter son apreciados por todos los que le tratan; por ejemplo el testimonio de Griphook, el duende que le atendió la primera vez que fue a Gringotts, cuando Harry le pide ayuda para entrar en el Banco, como es lógico el duende se niega y Harry tiene que darle razones convincentes:
“Pero yo no pretendo hacerme con ningún tesoro, ni intento coger nada para beneficiarme personalmente. ¿Me crees?
El duende lo miró de soslayo...
-Si existiera un mago del que pueda creer que no busca un beneficio personal -dijo Griphook al fin-, serías tu, Harry Potter” (Harry Potter y las reliquias de la muerte, p, 412)
Y también el comentario de Dobby, el elfo domestico de los Malfoy, que quiere salvarle la vida a toda costa:
-¡Harry Potter arriesga su propia vida por sus amigos! -gimió Dobby, en una especie de éxtasis de tristeza-. ¡Es tan noble, tan valiente...! (Harry Potter y la cámara secreta, p. 156)
Harry iba de asombro en asombro descubriendo la vida de los magos. Preguntaba en toda ocasión a cualquiera que le pudiera responder. Un día preguntó a Hagrid:
-Pero ¿qué hace un Ministerio de Magia?
-Bueno, su trabajo principal es impedir que los muggles sepan que todavía hay brujas y magos por todo el país.
-¿Por qué?
-¿Por qué? Vaya, Harry, todos querrían soluciones mágicas para sus problemas. No, mejor es que nos dejen tranquilos” (Harry Potter y la piedra filosofal, p. 61)
El deporte favorito de los magos era el quidditch. También a Harry tienen que explicarle como se juega, porque nunca había oído hablar de ese deporte:
 “En un equipo de quidditch había siete personas: tres cazadores, cuya función era marcar goles metiendo el quaffle (un balón como de fútbol, rojo) por uno de los aros que había en cada lado del campo, a una altura de quince metros; dos golpeadores equipados con fuertes bates para repeler las bludgers (dos pesadas pelotas negras que circulaban muy aprisa, zumbando de un lado para otro, intentando derribar a los jugadores); un guardián que defendía los postes sobre los que estaban los aros; y el buscador, que tenía el trabajo mas difícil de todos, atrapar la dorada snitch, una pelota pequeña con alas, del tamaño de una nuez, cuya captura daba por finalizado el juego y otorgaba ciento cincuenta puntos al equipo del buscador que la hubiera atrapado” (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p.122).

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