jueves, 27 de marzo de 2014

Las diferencias también cuentan



Todos hemos descubierto la vida poco a poco, pero en el mundo de los magos tienen muchas mas cosas que aprender. El profesor Lupin le explica, en una ocasión, lo que son los dementotes: “Los dementotes están entre las criaturas mas nauseabundas del mundo. Infestan los lugares mas oscuros y mas sucios. Disfrutan con la desesperación y la destrucción ajenas, se llevan la paz, la esperanza y la alegría de cuanto les rodea. Incluso los muggles perciben su presencia, aunque no pueden verlos. Si alguien se acerca mucho a un dementor, éste le quitará hasta el último sentimiento positivo y hasta el último recuerdo dichoso. Si puede, el dementor se alimentará de él hasta convertirlo en su semejante: en un ser desalmado y maligno. Le dejará sin otra cosa que las peores experiencias de su vida. Y el peor de tus recuerdos, Harry, es tan horrible que derribaría a cualquiera de su escoba. No tienes de que avergonzarte” (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p.160).
Si para todos ir al colegio es una oportunidad para salir de casa, pisar la calle, conocer amigos e incluso aprender muchas cosas, para un mago como Harry Potter es una vida nueva. Porque la vida en casa de sus tíos no podemos decir que fuera muy digna, mas bien todo lo contrario. Y comparando con la vida de sus amigos le hace sentirse diferente.
Harry Potter es un muchacho diferente y él lo sabe, pero al mismo tiempo no le gusta figurar, no quiere ser distinto. “Aunque era un muchacho diferente en muchos aspectos, en aquel momento Harry Potter se sintió como cualquier otro: contento, por primera vez en su vida, de que fuera su cumpleaños” (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p.18). Hasta entonces nadie se había acordado de él, por eso se sentía diferente.
Para un niño de trece años el no poder celebrar su cumpleaños es por lo menos traumático, para sentirse descartado. Pero Harry Potter se lo toma con calma y consigue que no le afecte. “Harry aún era un muchacho diferente en otro aspecto: en el escaso entusiasmo con que aguardaba sus cumpleaños. Nunca había recibido una tarjeta de felicitación. Los Dursley habían pasado por alto sus dos últimos cumpleaños y no tenía ningún motivo para suponer que fueran a acordarse del siguiente” (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p. 10).
También era diferente en otros aspectos: que las vacaciones de verano la gustaban menos que cualquier otra época del año, porque que culpa tenía él si a los demás les gustaban las vacaciones de verano para dejarse querer y no pegar ni golpe. En cambio las circunstancias le hacían diferente muy a pesar suyo, por eso “Harry Potter era, en muchos sentidos, un muchacho diferente. Por un lado, las vacaciones de verano le gustaban menos que cualquier otra época del año; y por otro, deseaba de verdad hacer los deberes, pero tenía que hacerlos a escondidas, muy entrada la noche. Y además, Harry Potter era un mago” (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p.7)

Deportividad en la lucha



Al finalizar el primer curso en Hogwarts, Harry había conseguido ganar su primer campeonato de quidditch y con ello la máxima popularidad, porque “Harry Potter era un mago..., un mago que acababa de terminar el primer curso en el Colegio Hogwarts de Magia” (Harry Potter y la cámara secreta, p. 10). No obstante para ser el primero no fue un curso fácil porque entre otras cosas…
“Al final del último trimestre, Harry se había enfrentado cara a cara nada menos que con el mismísimo lord Voldemort. Aun cuando no fuera más que una sombra de lo que había sido en otro tiempo, Voldemort seguía resultando terrorífico, era astuto y estaba decidido a recuperar el poder perdido. Por segunda vez, Harry había logrado escapar de las garras de Voldemort, pero por los pelos, y aun ahora, semanas mas tarde, continuaba despertándose en mitad de la noche, empapado en un sudor frío, preguntándose donde estaría Voldemort, recordando su rostro lívido, sus ojos muy abiertos, furiosos… (Harry Potter y la cámara secreta, p. 15)
Precisamente en las dificultades aprendemos a ser fuertes. Y lo primero que aprendemos es la necesidad de luchar, de esforzarnos por cumplir las obligaciones de cada día. Pues solo el esfuerzo diario nos proporciona la forma suficiente para resistir las grandes luchas de la vida. Quien no se esfuerza en el día a día nunca vencerá en la batalla.
Es humano venirse abajo ante las dificultades, pero también es bueno dejarse ayudar. Harry tardaría algún tiempo en descubrir el mundo de los magos, sirviéndole de gran ayuda las conversaciones con sus profesores. El primer año le tiene que animar su amigo Hagrid:
-No te preocupes, Harry. Aprenderás muy rápido. Todos son principiantes cuando empiezan en Hogwarts. Vas a estar muy bien. Sencillamente sé tú mismo. Sé que es difícil. As estado lejos y eso siempre es duro. Pero vas a pasarlo muy bien en Hogwarts (Harry Potter y la piedra filosofal, p. 78)
Todos tenemos dificultades y todos necesitamos que nos animen; pero lo nuestro no es comparable con lo de Harry Potter. Lo único que podemos hacer es tomarnos la vida con deportividad y no darle tanta importancia a nuestras cosas. Al comenzar el tercer curso, Harry había superado muchas dificultades, se había enfrentado a muchos peligros y estaba preparado para nuevas aventuras; a las que no daba la menor importancia.
“Aunque Harry seguía siendo demasiado pequeño y esmirriado para su edad, había crecido varios centímetros durante el último año. Sin embargo, su cabello negro azabache seguía como siempre: sin dejarse peinar. No importaba lo que hiciera con él, el pelo no se sometía. Tras las gafas tenía unos ojos verdes brillantes, y sobre la frente, claramente visible entre el pelo, una cicatriz alargada en forma de rayo” (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p.11)

martes, 11 de marzo de 2014

Madurez en la vida ordinaria



Los valores que destacan en Harry Potter son apreciados por todos los que le tratan; por ejemplo el testimonio de Griphook, el duende que le atendió la primera vez que fue a Gringotts, cuando Harry le pide ayuda para entrar en el Banco, como es lógico el duende se niega y Harry tiene que darle razones convincentes:
“Pero yo no pretendo hacerme con ningún tesoro, ni intento coger nada para beneficiarme personalmente. ¿Me crees?
El duende lo miró de soslayo...
-Si existiera un mago del que pueda creer que no busca un beneficio personal -dijo Griphook al fin-, serías tu, Harry Potter” (Harry Potter y las reliquias de la muerte, p, 412)
Y también el comentario de Dobby, el elfo domestico de los Malfoy, que quiere salvarle la vida a toda costa:
-¡Harry Potter arriesga su propia vida por sus amigos! -gimió Dobby, en una especie de éxtasis de tristeza-. ¡Es tan noble, tan valiente...! (Harry Potter y la cámara secreta, p. 156)
Harry iba de asombro en asombro descubriendo la vida de los magos. Preguntaba en toda ocasión a cualquiera que le pudiera responder. Un día preguntó a Hagrid:
-Pero ¿qué hace un Ministerio de Magia?
-Bueno, su trabajo principal es impedir que los muggles sepan que todavía hay brujas y magos por todo el país.
-¿Por qué?
-¿Por qué? Vaya, Harry, todos querrían soluciones mágicas para sus problemas. No, mejor es que nos dejen tranquilos” (Harry Potter y la piedra filosofal, p. 61)
El deporte favorito de los magos era el quidditch. También a Harry tienen que explicarle como se juega, porque nunca había oído hablar de ese deporte:
 “En un equipo de quidditch había siete personas: tres cazadores, cuya función era marcar goles metiendo el quaffle (un balón como de fútbol, rojo) por uno de los aros que había en cada lado del campo, a una altura de quince metros; dos golpeadores equipados con fuertes bates para repeler las bludgers (dos pesadas pelotas negras que circulaban muy aprisa, zumbando de un lado para otro, intentando derribar a los jugadores); un guardián que defendía los postes sobre los que estaban los aros; y el buscador, que tenía el trabajo mas difícil de todos, atrapar la dorada snitch, una pelota pequeña con alas, del tamaño de una nuez, cuya captura daba por finalizado el juego y otorgaba ciento cincuenta puntos al equipo del buscador que la hubiera atrapado” (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p.122).

sábado, 8 de marzo de 2014

Jugarse la vida cada día



Para manifestar el cariño no bastan los regalos materiales, es necesario reconocer sus cualidades personales para que los demás puedan apreciarlas, y esto hace Dumbledore cuando Harry vuelve al colegio con el cuerpo de Cedric después de ganar el trofeo de los tres magos. “Harry Potter logró escapar de Voldemort. Arriesgó su vida para traer a Hogwarts el cuerpo de Cedric. Mostró, en todo punto, el tipo de valor que muy pocos magos han demostrado al encararse con lord Voldemort, y por eso quiero alzar la copa por él” (Harry Potter y el cáliz de fuego, p. 625)
La confianza en los demás no se consigue solo porque te caigan bien, muchas veces supone correr un auténtico riesgo. Cuando Harry se escapó por los pelos de morir en manos de Quien-vosotros-sabéis, el día que lo trasladaron de Privet Drive, poco antes de cumplir los 17 años, sospechaba que alguien se había ido de la lengua y había revelado el plan de fuga. Todos apuntaban a Hagrid y estaban dispuestos a castigar al culpable, pero Harry sale en su defensa:
“Si alguien ha cometido algún error y revelado algún detalle del plan, estoy convencido de que no fue su intención. No es culpa de nadie -aseguró con un tono mas fuerte del que habría empleado normalmente-. Tenemos que confiar los unos en los otros. Yo confío en todos vosotros y no creo que ninguno fuera capaz de venderme a Voldemort”
Todos le dieron la razón pero...
“Lupin miró a Harry con una extraña expresión de desdén, casi de lástima.
-¿Crees que estoy loco? -le preguntó Harry.
-No, lo que creo es que eres igual que James, que habría considerado que desconfiar de sus amigos era la peor deshonra” (Harry Potter y las reliquias de la muerte, p, 77)
Para asegurar la amistad de tus amigos es necesario manifestarles tu confianza, no tener secretos con ellos, creer en ellos; aunque alguno de tus amigos te traicione, como hizo Colagusano con los padres de Harry. Siempre ayuda recordar lo que han dicho los profesores para situaciones concretas.
En una ocasión Harry descubrió la espada de Griffindor en el fondo de una charca inmunda cubierta de una gruesa capa de hielo. Para rescatarla debía sumergirse totalmente en el agua helada, entonces recordó...
“...lo que distingue a un miembro de Gryffindor es su osadía, su temple y su caballerosidad” 
(Harry Potter y las reliquias de la muerte, p, 315). No dudó en quitarse la ropa y jugarse la vida para rescatar la espada y poder destruir el horrocrux.

lunes, 3 de marzo de 2014

Fortaleza en las pruebas



Harry fue mal tratado por sus tíos durante los años que vivió con ellos, pero no solo soportaba estoicamente los golpes, sino que fácilmente olvidaba sin resentimiento todas las afrentas. El día que dejaba para siempre Privet Drive, una vez que se marcharon los Dursley, intentando recuperar los ánimos de Hedwig, su lechuza blanca, le iba enseñando algunos detalles de la casa.
-Y aquí, Hedwig -prosiguió, abriendo la alacena que había debajo de la escalera-, es donde dormía antes. Tu no me conocías cuando... ¡Caray, que pequeña es! Ya no me acordaba” (Harry Potter y las reliquias de la muerte, p. 47).

Sus tíos le trataban duramente. Todas las amenazas se cumplían. Cualquier sospecha de infracción era castigada previamente y sin piedad; pero Harry se robustecía y aguantaba los golpes. En una ocasión las amenazas de tío Vernon llegaron al límite. “Te voy a encerrar… Nunca regresarás a ese colegio… Nunca… Y si utilizas la magia para escaparte, ¡te expulsarán!...

Tío Vernon fue tan duro con Harry como había prometido. A la mañana siguiente, mandó poner una reja en la ventana de su dormitorio e hizo una gatera en la puerta para pasarle tres veces al día una mísera cantidad de comida. Sólo lo dejaban salir por la mañana y por la noche para ir al baño. Aparte de eso permanecía encerrado en su habitación las veinticuatro horas del día”. (Harry Potter y la cámara secreta, p.26)

Aunque Harry solía escapar de todas las encerronas de sus tíos, siempre tenía que enfrentarse a la incomprensión más brutal. En la misma estación de King´s Cross al regresar terminado el tercer curso, Harry mencionó la carta de su padrino que sostenía en la mano; tío Vernon saltó como un felino furioso.

-¿Padrino? –farfulló tío Vernon-. Tú no tienes padrino.

-Sí lo tengo –dijo Harry de inmediato-. Era el mejor amigo de mis padres. Está condenado por asesinato, pero se ha escapado de la prisión de los brujos y ahora se halla escondido. Sin embargo, le gusta mantener el contacto conmigo… Estar al corriente de mis cosas… Comprobar que soy feliz… (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p. 359)

Pero en esta vida como en la de Harry Potter no todo van a ser dificultades, también hay gente que le quiere: la familia Weasley le recibe con los brazos abiertos desde el primer momento. Albus Dumbledore, en el testamento, le nombra su heredero y explica los motivos. “A Harry James Potter le lego la snitch que atrapó en su primer partido de quidditch en Hogwarts, como recordatorio de las recompensas que se obtienen mediante la perseverancia y la pericia” (Harry Potter y las reliquias de la muerte, p. 115). Son detalles que hacen feliz a cualquiera, aunque muchos no aprecian su valor porque desconocen el tesoro que esconden. Tampoco sabía Harry que la pequeña snitch escondía la Piedra de la Resurrección.

jueves, 27 de febrero de 2014

Aprender en las dificultades



Los diez años viviendo con sus tíos enseñaron a Harry Potter lo más importante que podemos aprender en la vida, que las dificultades nos hacen fuertes, que una cicatriz en la frente, lejos de ser una afrenta, puede ser la señal de haber vencido. Porque solo el que se esfuerza puede ser fuerte, mientras el que no se esfuerza, aunque se crea muy fuerte, nunca será nada. Y no hay que esperar grandes sucesos en nuestra vida para entonces ser fuertes, la fortaleza no se improvisa, hay que esforzarse todos los días un poco; para conseguir la fortaleza de Harry Potter, que en una ocasión pierde todos los huesos de un brazo y varias veces tiene que enfrentarse con la muerte, hay que pasar años luchando todos los días; porque es en la vida ordinaria, en el día a día, donde tenemos que esforzarnos si queremos ser fuertes y salir adelante.

“Aquella cicatriz era la mas extraordinaria de todas las características inusuales de Harry. No era, como le habían hecho creer los Dursley durante diez años, una huella del accidente que había acabado con la vida de los padres de Harry, porque Lily y James Potter no había muerto en un accidente de tráfico, sino asesinados. Asesinados por el mago tenebroso más temido de los últimos cien años: lord Voldemor. Harry había sobrevivido a aquel ataque sin otra secuela que la cicatriz de la frente cuando el hechizo de Voldemort, en vez de matarlo, había rebotado contra su agresor. Medio muerto, Voldemort había huido… (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p.11)

El día que cumplió 11 años, Harry se enteró que era un mago famoso. Sus tíos no le habían contado la verdad, le habían hecho creer que sus padres murieron en un accidente de coche y él se salvó de milagro, quedándole una cicatriz en la frente. Pero fue su amigo Hagrid quien le dijo la verdad cuando fue a recogerlo al islote, donde estaba secuestrado por sus tíos para impedir que fuera al colegio. Se lo explicó de manera sencilla para que Harry lo entendiera:

-¿Nunca te preguntaste cómo te hiciste esa marca en la frente? No es un corte común. Sucedió cuando una poderosa maldición diabólica te tocó. Fue la que terminó con tu madre, tu padre y la casa, pero no funcionó contigo, y por eso eres famoso, Harry” (Harry Potter y la piedra filosofal, p.53).

¿Qué hubiera pasado si Hagrid deja a Harry con Sirius Blank como se lo pidió éste, cuando lo sacaba de las ruinas de su casa? “Dame a Harry, Hagrid. Soy su padrino. Yo cuidaré de él...” (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p. 175). Habría cambiado la historia de su vida y Harry hubiera crecido como un mago, igual que Ron, o, por el contrario no lo hubiera podido proteger suficientemente de los amigos de Voldemort. Pero Dumbledore tenía todo previsto y había ordenado a Hagrid que llevara a Harry con sus tíos.

lunes, 24 de febrero de 2014

La familia de Harry Potter


A partir de entonces Harry tiene que vivir con sus tíos en Privet Drive, Little Whinging, Surrey, un barrio residencial de Londres, hasta que pudo incorporarse al Colegio Hogwarts de magia cumplidos los once años. Tío Vernon era director de una empresa llamada Grunnings, que fabricaba taladros. Corpulento y rollizo, casi sin cuello, aunque con un bigote inmenso. No era modelo de amabilidad, a pesar de las apariencias. Consintió que Harry viviera en su casa pero le obligó a ocupar la alacena en el hueco de la escalera. Tía Petunia, hermana de su madre, era delgada, rubia y tenía un cuello casi el doble de largo que lo habitual. No había podido estudiar en el Colegio Hogwarts por carecer de condiciones, pero entendía que Harry debía vivir con ella para salvar su vida. Su primo Dudley era como su padre, grueso, casi redondo, muy mimado y caprichoso. Disponía de dos habitaciones, una para él y otra para sus juguetes; varios años después Harry pudo recuperar ésta como dormitorio. En resumen: “Tío Vernon era corpulento, carecía de cuello y levaba un gran bigote negro; tía Petunia tenía cara de caballo y era huesuda; Dudley era rubio, sonrosado y gordo” (Harry Potter y la cámara secreta, p.11)

Consecuencia de tantos años viviendo bajo la escalera, sin poder jugar con otros niños, mal vestido -heredaba la ropa de su primo y de su tío-, sin recibir regalos por su cumpleaños o Navidad -mientras su primo llegó a recibir mas de 30 regalos de golpe-, hizo que Harry creciera poco y siempre muy pálido. La historia nos dice exactamente que “era pequeño y flacucho, con ojos de un verde brillante y un pelo negro azabache siempre alborotado. Llevaba gafas redondas y en la frente tenía una delgada cicatriz en forma de rayo” (Harry Potter y la cámara secreta, p. 11)