Al finalizar el primer curso en Hogwarts, Harry había
conseguido ganar su primer campeonato de quidditch y con ello la máxima
popularidad, porque “Harry Potter era un mago..., un mago que acababa de
terminar el primer curso en el Colegio Hogwarts de Magia” (Harry Potter y la
cámara secreta, p. 10). No obstante para ser el primero no fue un curso fácil
porque entre otras cosas…
“Al final del último trimestre, Harry se había enfrentado
cara a cara nada menos que con el mismísimo lord Voldemort. Aun cuando no fuera
más que una sombra de lo que había sido en otro tiempo, Voldemort seguía
resultando terrorífico, era astuto y estaba decidido a recuperar el poder
perdido. Por segunda vez, Harry había logrado escapar de las garras de Voldemort,
pero por los pelos, y aun ahora, semanas mas tarde, continuaba despertándose en
mitad de la noche, empapado en un sudor frío, preguntándose donde estaría
Voldemort, recordando su rostro lívido, sus ojos muy abiertos, furiosos… (Harry
Potter y la cámara secreta, p. 15)
Precisamente en las dificultades aprendemos a ser fuertes. Y
lo primero que aprendemos es la necesidad de luchar, de esforzarnos por cumplir
las obligaciones de cada día. Pues solo el esfuerzo diario nos proporciona la forma
suficiente para resistir las grandes luchas de la vida. Quien no se esfuerza en
el día a día nunca vencerá en la batalla.
Es humano venirse abajo ante las dificultades, pero también
es bueno dejarse ayudar. Harry tardaría algún tiempo en descubrir el mundo de
los magos, sirviéndole de gran ayuda las conversaciones con sus profesores. El
primer año le tiene que animar su amigo Hagrid:
-No te preocupes, Harry. Aprenderás muy rápido. Todos son
principiantes cuando empiezan en Hogwarts. Vas a estar muy bien. Sencillamente
sé tú mismo. Sé que es difícil. As estado lejos y eso siempre es duro. Pero vas
a pasarlo muy bien en Hogwarts (Harry Potter y la piedra filosofal, p. 78)
Todos tenemos dificultades y todos necesitamos que nos
animen; pero lo nuestro no es comparable con lo de Harry Potter. Lo único que
podemos hacer es tomarnos la vida con deportividad y no darle tanta importancia
a nuestras cosas. Al comenzar el tercer curso, Harry había superado muchas
dificultades, se había enfrentado a muchos peligros y estaba preparado para
nuevas aventuras; a las que no daba la menor importancia.
“Aunque Harry seguía siendo demasiado pequeño y esmirriado
para su edad, había crecido varios centímetros durante el último año. Sin
embargo, su cabello negro azabache seguía como siempre: sin dejarse peinar. No
importaba lo que hiciera con él, el pelo no se sometía. Tras las gafas tenía
unos ojos verdes brillantes, y sobre la frente, claramente visible entre el
pelo, una cicatriz alargada en forma de rayo” (Harry Potter y el prisionero de
Azkaban, p.11)
No hay comentarios:
Publicar un comentario