jueves, 27 de marzo de 2014

Deportividad en la lucha



Al finalizar el primer curso en Hogwarts, Harry había conseguido ganar su primer campeonato de quidditch y con ello la máxima popularidad, porque “Harry Potter era un mago..., un mago que acababa de terminar el primer curso en el Colegio Hogwarts de Magia” (Harry Potter y la cámara secreta, p. 10). No obstante para ser el primero no fue un curso fácil porque entre otras cosas…
“Al final del último trimestre, Harry se había enfrentado cara a cara nada menos que con el mismísimo lord Voldemort. Aun cuando no fuera más que una sombra de lo que había sido en otro tiempo, Voldemort seguía resultando terrorífico, era astuto y estaba decidido a recuperar el poder perdido. Por segunda vez, Harry había logrado escapar de las garras de Voldemort, pero por los pelos, y aun ahora, semanas mas tarde, continuaba despertándose en mitad de la noche, empapado en un sudor frío, preguntándose donde estaría Voldemort, recordando su rostro lívido, sus ojos muy abiertos, furiosos… (Harry Potter y la cámara secreta, p. 15)
Precisamente en las dificultades aprendemos a ser fuertes. Y lo primero que aprendemos es la necesidad de luchar, de esforzarnos por cumplir las obligaciones de cada día. Pues solo el esfuerzo diario nos proporciona la forma suficiente para resistir las grandes luchas de la vida. Quien no se esfuerza en el día a día nunca vencerá en la batalla.
Es humano venirse abajo ante las dificultades, pero también es bueno dejarse ayudar. Harry tardaría algún tiempo en descubrir el mundo de los magos, sirviéndole de gran ayuda las conversaciones con sus profesores. El primer año le tiene que animar su amigo Hagrid:
-No te preocupes, Harry. Aprenderás muy rápido. Todos son principiantes cuando empiezan en Hogwarts. Vas a estar muy bien. Sencillamente sé tú mismo. Sé que es difícil. As estado lejos y eso siempre es duro. Pero vas a pasarlo muy bien en Hogwarts (Harry Potter y la piedra filosofal, p. 78)
Todos tenemos dificultades y todos necesitamos que nos animen; pero lo nuestro no es comparable con lo de Harry Potter. Lo único que podemos hacer es tomarnos la vida con deportividad y no darle tanta importancia a nuestras cosas. Al comenzar el tercer curso, Harry había superado muchas dificultades, se había enfrentado a muchos peligros y estaba preparado para nuevas aventuras; a las que no daba la menor importancia.
“Aunque Harry seguía siendo demasiado pequeño y esmirriado para su edad, había crecido varios centímetros durante el último año. Sin embargo, su cabello negro azabache seguía como siempre: sin dejarse peinar. No importaba lo que hiciera con él, el pelo no se sometía. Tras las gafas tenía unos ojos verdes brillantes, y sobre la frente, claramente visible entre el pelo, una cicatriz alargada en forma de rayo” (Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p.11)

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